
Nos seguimos basando en que la educación afectiva y sexual, tanto en la infancia como en la adolescencia es un DERECHO y una NECESIDAD. Un “Derecho” porque la sexualidad forma parte de la vida de las personas y por ello debe formar parte de la educación global del individuo, ayudando al desarrollo emocional y afectivo.
Por otro lado, entendiéndola como una “Necesidad”, tenemos en cuenta dos argumentos fundamentales: El primero, de tipo pedagógico, que tiene que ver con el papel que juega la educación afectiva y sexual en el desarrollo sano de los individuos y con la potenciación de sus capacidades emocionales, intelectuales y de relación con los demás. El segundo, de tipo sanitario, está relacionado con el papel de la educación sexual integral en la prevención de determinados riesgos a corto, mediano o largo plazo, asociados a situaciones de maltrato, abuso y la salud sexual y reproductiva, como también el conocimiento y cumplimiento de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes.
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